Recuerdo el sueño que tuve el día que desperté para tomar este amanecer.
Recibía, por correo, un sobre lleno de papeles (me recordaban a los papeles de algodón en donde imprimí varias de mis fotos), con ciertas fotos y ciertos textos detrás de las fotos. Fue algo muy extraño, inesperado, bonito. Una sorpresa de esas “de verdad”. Y desperté. A las 6:20 o algo así de esta mañana.
Desde que llegué a Barcelona quería tomar un amanecer. Cuando menos un amanecer. El único que había tomado el año pasado me encantó, si bien las fotos no fueron nada espectacular. Como todo, los momentos que uno experimenta están rodeados del “contexto” de los momentos inmediatos anteriores, y los posteriores también, cuando uno los recuerda.
No he vuelto a recibir sorpresas en mis sueños, y sigo durmiendo hasta más tarde de lo que quisiera. Quiero ver otro amanecer. Y luego otro, y luego otro. Y, quizás, después despertar.
Escuchando: Days go by – Dirty Vegas